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Pragmática y Semántica: El uso de la lengua y su significado en la comunicación - Prof. Ro, Apuntes de Periodismo

La pragmática es el estudio de los fenómenos psicológicos, biológicos y sociológicos que ocurren en el funcionamiento de los signos. La necesidad de una disciplina que se ocupara del uso de la lengua surge de hechos posteriores. En los años 60, lingüistas como fillmore, lakoff, mccawley, postal y ross intentaron desarrollar la 'semántica generativa' para resolver problemas de significado expuestos por austin, searle, strawson o grice. Este documento analiza casos gramaticales que admiten diferentes interpretaciones semánticas y pragmáticas, como el uso de 'gordo' como adjetivo con 'ser' o 'estar'. Además, se examina cómo la misma información puede ser contada de distintas maneras y cómo estas diferentes formulaciones pueden influir en la interpretación del interlocutor.

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 29/09/2014

olgaroldan
olgaroldan 🇪🇸

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¡Descarga Pragmática y Semántica: El uso de la lengua y su significado en la comunicación - Prof. Ro y más Apuntes en PDF de Periodismo solo en Docsity! PRAGMÁTICA Y SINTAXIS 1. ¿Qué es la pragmática? Nacimiento de la pragmática. Morris (1938) concibió el estudio de la Teoría de los signos, o semiótica, a partir de tres disciplinas: sintaxis, semántica y pragmática. La pragmática se ocuparía de la relación entre los signos y sus intérpretes. La pragmática abarca “todos los fenómenos psicológicos, biológicos y sociológicos que tienen lugar en el funcionamiento de los signos”. La propuesta de Morris no tuvo rápidas consecuencias en la pragmática dentro de la lingüística. La necesidad de una disciplina que se ocupara del uso de la lengua nace de hechos posteriores. En los 60, lingüistas como Fillmore, Lakoff, McCawley, Postal y Ross, intentaron desarrollar la “semántica generativa” para resolver problemas de significado expuestos por Austin, Searle, Strawson o Grice. Después, Chomsky, fundador de la escuela generativa, atacó los fundamentos de la semántica generativa y expuso que muchas de las cuestiones quedaban lejos de las posibilidades de un estudio riguroso del lenguaje, esto es, un estudio fundamentado en las propiedades sintácticas de la gramática. A partir de los 70 los lingüistas que estudian el uso de la lengua han delimitado el objeto de la pragmática buscando bases teóricas con las que dar cuenta de los problemas que se les presentan. Perspectiva pragmática: Para Verscgyereb, la pragmática no es un componente de la teoría lingüística como son la fonología, la morfología, la sintaxis o la semántica; tampoco pertenece a las disciplinas que relacionan el lenguaje con la realidad extralingüística como la psicolingüística, la sociolingüística o la neurolingüística. La pragmática, constituye una perspectiva de estudio que puede ocuparse de cualquiera de estas disciplinas. En su opinión constituye una perspectiva general cognitiva, social y cultural de los fenómenos lingüísticos en relación con su uso en formas de comportamiento. Ejemplo: Tomemos un problema en apariencia puramente gramatical: Un hispanohablante tiene la posibilidad de unir un adjetivo en función de atributo con un sujeto bien por medio del verbo “ser” o “estar”; así, se puede decir Juan es gordo y Juan está gordo. Esta elección tiene restricciones semánticas: un adjetivo como “inteligente” se unirá por medio del verbo ser (Juan es inteligente) y un adjetivo como “descalzo”, por medio del verbo estar (Juan está descalzo). Esta elección puede tener motivos pragmáticos. Con un adjetivo como gordo se pueden utilizar los dos verbos, pero mire los siguientes ejemplo y decida cuál de las tres opciones elegiría: (1) a. Marlon Brando era / estaba gordo. b. Helmut Köhl es/ está gordo. c. Juan es/ está gordo. En estos casos las circunstancias son distintas, a Marlon Brando lo hemos conocido delgado por interpretaciones en películas antiguas y preferimos decir que está gordo, aunque sepamos que nunca va a volver a adelgazar; en cambio, a Köhl sólo lo conocemos desde su etapa de canciller alemán, cuando ya era una persona gruesa y decimos de él que es gordo. Juan, persona a quien no conocemos, puede ser gordo o estar gordo, precisamente por esta ausencia de restricción contextual. En definitiva, gramaticalmente “gordo” es un adjetivo que admite los dos verbos copulativos, no obstante, este hecho se puede estudiar desde una perspectiva pragmática y comprobar que existen limitaciones en el uso. 2. Comunicación inferencial. Lo que el hablante desea comunicar no es sólo lo que se logra de la pura descodificación de unas palabras, sino también de un contexto obtenido por las inferencias. Grice muestra la importancia del contexto en la comunicación. Las inferencias son procesos mentales de razonamiento espontáneos, automáticos e inconscientes que se realizan a partir de la relación de lo dicho y el contexto. Ejemplo: Evangelio de San Lucas : (2) Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada en estos días, y al final sintió hambre. Entonces le dijo el diablo: - Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. Y Jesús le respondió: - Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre. Después el diablo lo llevó a un lugar elevado y le mostró todos los reinos de la superficie de la tierra en un instante y le dijo: - Te daré todo este poder y su gloria, porque me han sido entregados y los doy a quien quiero. Por tanto, si me adoras, todo será tuyo. Y Jesús le respondió: - Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios y solamente a Él darás culto. Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, arrójate de aquí abajo, porque escrito está: Dará órdenes a sus ángeles sobre ti para que te protejan y te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra. Y Jesús le respondió: - Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. Y terminada toda tentación, el diablo se apartó de él hasta el momento oportuno. (Lucas, 4, 1-13). Comprendemos cada respuesta de Jesús como un rechazo del ofrecimiento del diablo, pero, si lo analizamos, pero en realidad, si se lee con detenimiento, no se expresa directamente este rechazo, sólo se infiere. La capacidad espontánea, automática e inconsciente de nuestra mente para inferir hace que comprendamos las respuestas de Jesús como una serie de rechazos porque el rechazo es la interpretación de sus palabras más pertinente en ese contexto. Grice (1975) denominó estas conclusiones inferidas implicaturas conversacionales. Implicaturas conversacionales: lo codificado es sólo una parte de lo comunicado. Los hablantes llegar a una serie de conclusiones a partir de lo dicho por medio de un proceso inferencial. Advirtamos también que en el proceso de la comunicación el hablante no sólo tiene en cuenta su propio contexto mental, sino también el de su interlocutor; así, por ejemplo, el narrador de novelas de Eduardo Mendoza imagina unos contextos mentales equivocados en sus interlocutores, es decir, en nosotros los lectores: (3) [...] condujo a los tres hombres por un pasillo hasta una habitación en cuyo interior dormía un inválido en una silla de ruedas. Junto a la silla de ruedas del inválido había una maleta cerrada que contenía, según dijo la enfermera jefa, la ropa del inválido y otras pertenencias, también del inválido. El inválido, siempre según la enfermera jefa, había sido preparado para el viaje, con lo que había dado a entender, esta vez según Magnolio, que le había sido administrado un específico para dejarlo grogui. Tras este conciliábulo, habían sacado al inválido y su equipaje de la residencia y metido en el coche al inválido y en el maletero la silla de ruedas del inválido y la maleta del inválido y habían partido con el inválido y la impedimenta del inválido. Estos enunciados no son agramaticales, sino pragmáticamente extraños. Ello se debe a que se nos repite información que ya tenemos en nuestro contexto mental y que, carece de pertinencia para nosotros. Quien así habla conoce la gramática del español, pero no usa esta lengua como los hablantes normales. 3. Orientación argumentativa. La importancia de la contribución contextual no anula el valor de la forma lingüística elegida. La expresión lingüística que comunica un acontecimiento no es su representación, pero permite que a partir de ella el oyente la construya. Un mismo hecho puede ser contado de distintos modos y lo recreado por su interlocutor será también distinto. Un mismo hecho puede ser contado de distintos modos y, según la formulación escogida, lo recreado por su interlocutor será también distinto; por ejemplo, una estudiante a la que le queda por redactar la conclusión de un trabajo puede decir: Ejemplo: un estudiante le pregunta a otro si quiere salir a dar una vuelta y recibe las siguientes respuestas: (4) a. Todavía no he acabado el trabajo. b. Ya estoy acabando el trabajo. La realidad es la misma en los dos casos -a saber, le falta por redactar la conclusión- pero será diversa la representación que quien le escucha se haga de esa realidad. Sobre la relación entre la forma lingüística b. El ministro de Hacienda, por otra parte, señaló su deseo de fortalecer la capacidad “consultiva y decisoria” del Consejo de Política Fiscal y Financiera, de forma que tengan un papel más relevante las autonomías en el seguimiento del nuevo modelo. Los verbos intensificar, reforzar o fortalecer presuponen la existencia de su objeto directo con anterioridad al momento de los hechos del relato. Véase el contraste entre: (16) a. El gobierno obliga/ fuerza la actuación de los órganos de control, porque no existía antes. b. #El gobierno intensifica/ refuerza/ fortalece la actuación de los órganos de control, porque no existía antes. Tanto con intensificar como con reforzar o fortalecer existía ya una actuación en un sentido determinado que sólo se debe aumentar en intensidad. Un caso cercano es la sustitución del verbo mejorar por optimizar. Aquí los dos verbos presuponen una existencia anterior del objeto directo, así: (17) a. Se deben mejorar/ optimizar los controles de las operaciones bancarias. b. #Se deben mejorar/ optimizar los controles de las operaciones bancarias, porque no existían. Se presupone en (17a) y en (17b) que ya había algún tipo de control. La diferencia se encuentra en la calificación de estos controles. Veamos un ejemplo: (18) El Servicio de Defensa de la Competencia ha preparado dos proyectos para optimizar el control de estas operaciones y centrar sus actuaciones sobre las operaciones más relevantes. Si sustituimos optimizar por mejorar podemos pensar en un enunciado: (19) a. Hay que mejorar el control de estas operaciones, porque no es bueno. Pero nos extrañaría: b. #Hay que optimizar el control de estas operaciones, porque no es bueno. Con optimizar el control no sólo ya existía, sino que era bueno; únicamente hay que conseguir que sea óptimo. Como se ve, una presuposición muy útil para quien gobierna. Algo semejante tendremos con los verbos agilizar o dinamizar, con ellos se muestra que ya se avanza y que sólo es necesario acelerar el paso: (20) a. Economía quiere llevar en breve al Consejo de Ministros dos nuevos anteproyectos con el objetivo de optimizar y agilizar las actuaciones de control de competencia. b. Las diferencias estructurales entre ambas regiones económicas son más que evidentes, lo que debe llevar a España a seguir avanzando en las reformas necesarias para dinamizar su economía. c. La Agencia Tributaria quiere dinamizar su actual sistema de subastas y, con este objetivo, sacar a Internet la venta de los bienes que embarga a los contribuyentes por deudas tributarias. 6. Hipérbole y metáfora. Entre nuestras ideas preconcebidas sobre el lenguaje y su uso se encuentra la supuesta literalidad de nuestros mensajes, literalidad que únicamente se vería rota en los mensajes figurados propios de la poesía. Sin embargo, al hablar no pensamos en reproducir literalmente una realidad, sino en conseguir que nuestro interlocutor llegue al enriquecimiento pragmático oportuno. La literalidad es un caso extremo y extraordinario de parecido en una representación. Los hablantes no esperamos que lo que se nos dice sea literal -en otras palabras, exactamente verdadero- sino que se pueda obtener de ello el mayor número de inferencias pertinentes con el menor esfuerzo. Este punto de partida nos da cuenta de un modo distinto al habitual de diferentes figuras retóricas. Así, Helena Beristáin (1985, s.v.) define la hipérbole como “exageración o audacia retórica que consiste en subrayar lo que se dice al ponderarlo con la clara intención de trascender lo verosímil [...]”. En realidad, el habla de todos los días está llena de hipérboles: (21) a. Lleva toda la vida esperando una solución. b. No puedo aguantar más a Antonio. c. En el metro no cabía un alfiler. g. En Madrid no se puede respirar de tanta contaminación. h. Con estos precios nadie puede comprarse un piso. Todos sabemos que nadie lleva toda la vida esperando una solución, que siempre se puede aguantar un poco más a una persona, que cabía un alfiler en el metro, que los madrileños no nos morimos de asfixia cada invierno y, por último, que, aunque empeñados hasta la jubilación, al final conseguimos comprarnos un pisito. No obstante, el oyente no percibe estas hipérboles como exageraciones falsas, pues no utiliza un criterio de verdad para juzgarlas, sino que busca en ellas inferencias pertinentes. También la metáfora recibe otra explicación dentro de la pragmática. Sería un caso extremo de uso aproximado, es decir, no literal. Con ella el hablante pretende que el oyente obtenga unas implicaturas que serían inalcanzables con un uso literal del lenguaje. Quien declara Hacienda es una máquina permite que el interlocutor obtenga una serie de implicaturas: Hacienda trabaja sin descanso, no tiene sentimientos o no se detiene ante nada; implicaturas que difícilmente se podrían comunicar de otro modo. De nuevo, la metáfora no será un mecanismo extraordinario, sino un fenómeno perfectamente explicable por el mismo principio que rige el común de la comunicación humana: se busca la pertinencia para obtener las implicaturas oportunas. La diferencia principal entre las metáforas más usuales del habla diaria y las más creativas propias de la literatura está en ser estas últimas menos predecibles. Las metáforas más usuales se basan en nuestra experiencia primera con la realidad material (Lakoff y Johnson 1980). Entre estas experiencias tenemos nuestros propios movimientos o la manipulación de objetos. Vamos a detenernos en metáforas de este tipo. Es frecuente, por ejemplo, la metáfora de comprender a los trabajadores como un objeto. Para conseguirlo el primer paso es deshumanizarlos por medio del sintagma mercado de trabajo o mercado laboral. (22) El outlook de la OCDE califica de “tímida” la reciente reforma laboral en España y emplaza al Ejecutivo a reanudar los cambios en el mercado laboral con objetivo de intensificar la fuerte creación de empleo de los últimos años. Una vez que los trabajadores y sus derechos y deberes se convierten en un objeto (mercado laboral) se le otorgan propiedades físicas. Por lo general, este objeto se presenta como rígido. (23) El reto consiste en obtener que la moneda única -el euro- opere como una fuerza que remueva los obstáculos que aún limitan la competitividad en la región: la rigidez del mercado laboral, el peso excesivo y la escasa eficiencia del Estado Social, la elevada carga impositiva, el exceso de regulación en los servicios públicos y la reducida capacidad de producir innovaciones en comparación con las otras grandes áreas económicas del mundo. El adjetivo rígido y el sustantivo rigidez están peyorativamente marcados en español. Esto se puede probar gracias a la locución preposicional en aras de. El término de esta locución se comprende como axiológicamente positivo, así se explica el contraste entre: (24) a. Tomó esta decisión en aras del bien de la sociedad. b. #Tomó esta decisión en aras del mal de la sociedad. El mal está, evidentemente, marcado como peyorativo en nuestra cultura y, en consecuencia, nos extraña que sea término de esta locución prepositiva. Veamos lo que sucede con rigidez. Nos extrañaría: (25) a. #Tomó esta decisión en aras de la rigidez de los mercados laborales. Porque el sustantivo rigidez orienta hacia conclusiones axiológicamente peyorativas. Lo deseable es la flexibilidad. No nos extrañaría, pues: b. Tomó esta decisión en aras de la flexibilidad de los mercados laborales. Por otra parte, la flexibilidad de un objeto no lo cambia, continúa siendo el mismo. El mercado laboral que se flexibiliza adelgaza por un sitio para crecer por otro y, en consecuencia, no nos sentimos amenazados, de ahí también la ventaja de denominar la disminución de los derechos de los trabajadores como flexibilidad del mercado laboral. (26) a. Para el jefe del Ejecutivo, estos problemas se resolverían a través de una mayor flexibilidad salarial y del mercado laboral [...]. b. Nuestro objetivo [de Aznar] es la profundización del mercado interior en sectores como la energía; la superación de la fragmentación física de los mercados mediante el desarrollo de las necesarias infraestructuras; un reforzamiento de la competencia de la Unión Europa; una mayor flexibilidad y movilidad en nuestros mercados de trabajo, y la mejora de los niveles de formación y educación de los europeos para los retos que nos aguardan. 7. El territorio. Para Goffman (1971), defendió el concepto de territorio para explicar algunos de los comportamientos de los seres humanos. Nuestro territorio comprende el cuerpo y sus diversas prolongaciones, tales como nuestros objetos o, incluso, nuestras conversaciones. Este fragmento de un Episodio Nacional de Galdós refleja cómo Narváez defendía su territorio corporal: (27) Una mañana estuvo aquí un diputado andaluz, que es hombre graciosísimo. Fue en las Corte pasadas. De su nombre no me acuerdo, de su cara sí: alto, moreno, con patillas de boca de jacha, dientes muy blancos, y un decir ameno, con chiste en cada frase, y los ademanes tan sueltos y desahogados que ellos bastaran para hacer reír. Narváez se divirtió oyéndole contar cosas de la tierra: aquel día ceceaba como en su mocedad. El pobre granadino, viendo a su paisano tan gozoso y bromista, se fue del seguro y cometió la pifia de ponerle la mano en el hombro. Sentir la mano del andaluz en su hombro fue para don Ramón como sentir la picadura de una víbora. Volvióse, cogió con violencia la insolente mano, y echando lumbre por los ojos, le dio un fuerte estirón hacia abajo, diciendo: “_Esa mano en los calzones!” Quedóse el otro de una pieza. No volvió a soltar chistes, ni don Ramón se los hubiera reído aunque a chorros los echara. Como acabamos de decir, el territorio de nuestra persona no se limita al cuerpo. Se incluye también un espacio a nuestro alrededor. Cuando, por ejemplo, entramos en un vagón de metro que está ocupado sólo por otra persona, evitamos sentarnos a su lado; buscamos un asiento alejado, un lugar que nos permita que no choquen nuestros dos territorios. Pese a ello, los enfrentamientos territoriales son frecuentes. Amenazan nuestro territorio el espectador con quien compartimos el brazo de una butaca en el cine, los libros y apuntes de alguien que se sienta a nuestro lado en una biblioteca o las toallas de otra familia en la playa. En pocas palabras, es normal que sintamos que, si otro amplía su territorio, se ataca el nuestro. Por otra parte, y simultáneamente, admitimos que, si alguien ya ha ocupado un territorio, tiene unos derechos adquiridos sobre él. Pensemos en el maletero de un vagón de tren. Una vez que alguien coloca sus bultos es difícil movérselos. Igualmente, si un estudiante extiende sus apuntes en la mesa de una biblioteca, nos costará que los recoja para dejar un hueco a los nuestros o, si en la playa consentimos que nos pongan cerca otra toalla, una vez extendida poco podremos hacer. Dos comportamientos, pues, se cruzan: defendemos nuestro territorio, pero respetamos el territorio de los demás una vez que lo han adquirido. Dicho esto, podemos explicarnos muchos de los usos del verbo profundizar con un complemento argumental de lugar “en donde”. Como hemos visto, los seres humanos sentimos como una amenaza la ampliación del territorio de los demás pero respetamos el terreno ya adquirido. En consecuencia, una forma de ampliar un espacio sin que nuestros congéneres se sientan amenazados es ir hacia abajo en nuestro propio territorio. Si un vecino cava en su campo no nos sentiremos amenazados, si corre los muros, sí. El verbo profundizar presenta una acción que en la realidad invade un territorio ajeno como una acción que no supera los límites establecidos. Volvamos al mercado laboral para comprenderlo mejor. Las reformas que disminuyen los derechos de los trabajadores se sienten como amenazadoras. Para evitarlo, una primera solución es referirse a una reforma del mercado laboral como algo que ya se
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