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Tema 15 La Gran Depresión de 1873 (Capitulo 8, (Pág. 219-223) de Feliu&Sudria), Apuntes de Historia Económica

Asignatura: Historia del Desarrollo Económico Mundial Cotemporáneo, Profesor: Maria teresa ..., Carrera: Marketing e Investigación de mercados, Universidad: UGR

Tipo: Apuntes

2017/2018

Subido el 14/01/2018

rosi1797
rosi1797 🇪🇸

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¡Descarga Tema 15 La Gran Depresión de 1873 (Capitulo 8, (Pág. 219-223) de Feliu&Sudria) y más Apuntes en PDF de Historia Económica solo en Docsity! Tema 15 2.2 La depresión del último cuarto de siglo y el inicio del nacionalismo económico En una tercera fase, que va desde 1868 hasta 1896, las tasas de crecimiento del comercio fueron mucho más bajas que en la etapa anterior. La desaceleración del comercio fue importante sobre todo en Europa, por varias razones: a) La madurez de las industrias nacionales, que permitían ahorrar compras en el extranjero. b) El fin del primer gran boom de construcción de líneas ferroviarias. e) Las dificultades de muchos países monoexportadores primarios, cuyos productos tenían unas tasas de intercambio cada vez más desfavorables. d) La depresión económica (1873-1895), que provocó la caída del poder adquisitivo de una parte de la población. e) La substitución de políticas de crecimiento alternativo por políticas de industrialización protegida, retornando al proteccionismo. Entre los años 1873 y 1895, las economías capitalistas se vieron afectadas por un crecimiento desacelerado a causa de una crisis de sobreproducción, tanto industrial como agrícola, que se tradujo en una crisis financiera. Un exceso de oferta respecto a la demanda solvente provocó un descenso de precios y una caída de beneficios que expulsaron del mercado a las empresas menos competitivas. Se inició así un círculo vicioso: aumento del desempleo-caída de los salarios-disminución de la demanda-quiebra de más empresas. En la industria, el proceso tecnológico había provocado un fuerte incremento de la productividad y de la producción. El resultado fue que después de 1873, la capacidad de producción de railes en Gran Bretaña era casi cinco veces la producción real y los precios bajaron un 60 %. Esta crisis de la industria pesada se transmitió al resto de la economía a través de un descenso del consumo. La causa principal de la crisis agrícola fue la llegada del grano de ultramar, que llegaba a Europa a precios inferiores a los costes de producción europeos, por la mayor productividad de la agricultura estadounidense y el fuerte abaratamiento de los transportes. Muchas empresas agrícolas familiares europeas, con poca tierra y exceso de mano de obra y con una baja productividad, no podían subsistir ante la competencia de los cereales y de otros productos primarios obtenidos a partir de tierra abundante y ahorro de mano de obra gracias a la maquinaria agrícola o a través de la presión fiscal sobre el campesinado (Rusia). El rendimiento superior por superficie de la agricultura europea no resultaba una ventaja respecto a la mayor productividad por trabajador (EE.UD.). Por otra parte, el campesinado de la Europa occidental tampoco se conformaba con la miseria impuesta a los campesinos rusos. El conjunto del mundo agrícola europeo acabó muy empobrecido, con la consiguiente crisis de demanda que ampliaba la crisis industrial al sector de bienes de consumo. La crisis financiera se inició con la caída de la bolsa de Viena en 1873 que se contagió a las demás bolsas, provocando la quiebra de gran cantidad de bancos y de compañías ferroviarias. En el fondo de la crisis había un exceso de capital que no conseguía inversiones remunerativas y acababa participando en empresas de alto riesgo. Destaca el mito del ferrocarril: la falsa idea de que el ferrocarril provoca el crecimiento económico, cuando sólo puede impulsar el crecimiento existente. Por lo tanto, había mucho capital invertido en líneas deficitarias a partir de la idea de que el crecimiento económico y el aumento de las exportaciones permitirían pagar la deuda. La caída de los valores ferroviarios y de los títulos de deuda pública provocó el descenso de las cotizaciones en la bolsa e hizo tambalear el sistema financiero mundial. Las consecuencias de la depresión fueron varias y muy importantes. El paso de una fase de optimismo e integración internacional, representada por el librecambismo y la división internacional de trabajo, a una fase de egoísmo nacional, de industrialización concurrente, de protección de la producción y el trabajo de cada país y de captura de mercados que se prolongaría hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Para salir de la crisis se probaron dos vías: la defensa de la producción nacional a través del proteccionismo y el progreso técnico. El progreso técnico era la salida verdadera, aunque más lenta. Para los países del segundo círculo suponía adoptar los procesos de la primera fase de industrialización, algo que sólo era posible con ayuda del estado y la protección del mercado. Para los países avanzados implicaba la elaboración y difusión de nuevos productos, más rentables y con más mercados no saturados. Este proteccionismo de finales del siglo XIX fue muy diferente al anterior. Desde el punto de vista arancelario no era tan elevado, aunque era un proteccionismo global, y era también mucho más selectivo. Sin embargo, el rasgo más característico del retorno al proteccionismo fue su transformación en nacionalismo económico. Ya no se trataba de defender la producción propia de la competencia extranjera, sino de poner la fuerza del estado al servicio del capitalismo nacional en todos los ámbitos. Es decir, en la reserva del mercado interior a través del proteccionismo, la captura por la fuerza de mercados exteriores mejora de las comunicaciones, la sanidad y la educación como ayuda indirecta del estado a la economía y finalmente, defensa de los beneficios capitalistas con la tolerancia de cárteles y monopolios. Al mismo tiempo, las grandes empresas se organizan a escala internacional para salvar los obstáculos del proteccionismo y mantener los beneficios. En el primer caso, la solución es crear filiales en diferentes países, con socios autóctonos: lo que se importa es capital, técnicas y técnicos. Para mantener los beneficios se intentó la creación de cárteles internacionales, eficaces cuando se parte de cárteles nacionales bien consolidados o cuando se trata de productos con un número reducido de productores. No obstante los cárteles internacionales fueron bastante inestables. En la cuarta fase, a partir de 1896, se observa una recuperación de las tasas de crecimiento y un incremento del comercio internacional, que se atribuye a la superación de la depresión, en dos aspectos. El primero es la recuperación del poder adquisitivo interior, gracias a la restauración de las rentas agrarias (a través de la modernización de la agricultura o del proteccionismo), y al aumento de los intercambios por la difusión de los nuevos productos, fruto de la Segunda Revolución Tecnológica. En segundo lugar, la aportación del buen funcionamiento del sistema de pagos internacional, la mejora en las comunicaciones, la ventaja que para las transacciones comerciales significó el telégrafo y la expansión colonial, que comenzaba a aportar productos comerciales, al mismo tiempo que demandaba maquinaria y manufacturas para equipar los nuevos asentamientos. EE.UU. tuvo su propio ritmo, a menudo a contracorriente de los europeos. Esquematizando se pueden distinguir tres etapas: una primera, fuertemente proteccionista, hasta 1833, una cierta
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