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¿Para qué sirve la Historia de la Psicología Alberto Rosa Rivero Esta pregunta, Apuntes de Psicología

Asignatura: Historia de la Psicología, Profesor: Alberto Rosa, Carrera: Psicología, Universidad: UAM

Tipo: Apuntes

2014/2015

Subido el 27/12/2015

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¡Descarga ¿Para qué sirve la Historia de la Psicología Alberto Rosa Rivero Esta pregunta y más Apuntes en PDF de Psicología solo en Docsity! 1 ¿Para qué sirve la Historia de la Psicología?1 Alberto Rosa Rivero Esta pregunta, para mí, es retórica. Ya conozco la respuesta. Por eso, y porque no pretendo convencer a nadie de la importancia, el interés, la utilidad o las virtualidades de la Historia de la Psicología, lo que voy a hacer aquí es compartir algunas reflexiones, no tanto sobre la materia, sino sobre las razones de mi propio interés en ella. Al fin y al cabo, llevo ya más de treinta años dando clase de semejante cosa, y en algo he de valorarlo si tanto he perseverado en ello, aunque mis ocurrencias al respecto no sean de mérito. Lo primero que debo decir es que comprendo perfectamente que para mucha gente (incluso para quienes pretenden ser psicólogos) la Historia de la Psicología sea considerada como algo perfectamente inútil. Para la mayoría todas las historias son iguales. Muy poca gente considera interesante saber cómo se desarrollaron los tubos catódicos o se descubrieron los principios de la fotosíntesis. Lo que les interesa es que su televisor ofrezca imágenes nítidas, o que la farmacia más próxima ofrezca las medicinas que necesita. Al fin y al cabo, la imagen de la ciencia que suelen tener nuestros contemporáneos es la de un procedimiento para descubrir la verdad de lo que las cosas son, cómo funcionan y cómo hacer para que se plieguen a nuestros deseos – que nos sirvan para algo. La ciencia, de ser tal cosa, sería la panacea para todos nuestros males. Lo importante de la panacea es poseerla, saber producirla y, en lo posible, venderla con el mayor provecho para el vendedor (la utilidad para el comprador es indiscutida, de lo contrario nada tendría de panacea). Contar cómo se llegó a saber su naturaleza y cómo producirla, es sólo una curiosidad para algunos, seguramente lo suficientemente aburridos como para no saber disfrutar de la alegría que la ciencia ofrece en forma de salud, dinero y poder. La ciencia, o mejor dicho, la tecno-ciencia es para controlar el futuro. Por eso, todos los que saben de esto prometen que la I+D+I nos sacará de todas las crisis que existir puedan. Si los científicos investigan, los tecnólogos desarrollan y los técnicos (con destrezas de emprendedor) innovan, y todos juntos producen riqueza y poder, ¿para qué perder el tiempo mirando al pasado cuando lo que debe de ocuparnos es el futuro? Quienes entienden de verdad de qué va la cosa exigen que ahora no se les haga perder tiempo contando cosas del pasado. Es mucho más provechoso enseñar las actitudes y destrezas correctas para conquistar el futuro. Pero, ¿qué futuro?, ¿el futuro de qué?, ¿el futuro de quién? Todo el mundo sabe que la Historia estudia el pasado. Por eso, a algunos les podría parecer una extravagancia que yo piense que el estudio de la Historia se hace para el futuro. Pero efectivamente eso creo, y en este caso no hay retórica alguna – me lo creo de verdad. Lo que voy a intentar es tratar de justificar esta afirmación. Para ello voy, primero, a reflexionar algo sobre la psicología y, después, diré algo sobre la ciencia. Y ello porque creo que la Psicología es una ciencia un tanto particular. Se da además la circunstancia de que, a mi juicio, son esas particularidades las que hacen que la consideración de su historia no sea sólo interesante, sino simplemente crucial para entender de qué va la Psicología misma. 1 Rosa, A. (2010). Insight Año II, nº3, pp. 10-14. 2 Ciertamente la Historia de la Psicología estudia a la Psicología a través del tiempo – el pasado que llega hasta nuestro presente. Es decir, cómo llegó a existir, cómo ha ido cambiando y tomando diversas formas, cómo ha se han ido estableciendo métodos, desarrollando técnicas, produciendo conocimientos. Dicho de otra manera, la Historia de la Psicología es una reflexión sobre la constitución del ser y el devenir de la Psicología misma. Lo primero que uno se pregunta al intentar examinar la Psicología es que clase de cosa es ésa. La respuesta inmediata que a uno se le ocurre es que es la ciencia que estudia…, uhmm, ¿qué estudia la Psicología? Dependiendo de a quién uno escuche (o lea) podría contestar que la conducta, la experiencia, la mente, la cognición, la acción, la conciencia, el inconsciente o incluso el alma. ¿Hay algo que pudiera subsumir todas esas respuestas en una sola, de manera que pudiera decirse que la Psicología es la ciencia que estudia eso? Pocos dudarían en decir que la Psicología estudia a psique, pero el problema está en darle contenido a esa palabra tan rara, de manera que ese contenido se pueda estudiar científicamente. Pero a pesar de tal acuerdo, es muy raro encontrar alguna reflexión sobre lo que psique pueda ser. A las alturas de segundo de carrera todo estudiante ha empezado ya a sospechar que el intento de entender qué es psique tiene algo de quimérico. Si uno quisiera siquiera aproximarse a ello, tal vez lo más que pudiera hacer sería fijarse en quiénes son (y han sido) los que han propugnado una u otra respuesta a la pregunta de qué es psique. Algo que no podría ser ajeno a explorar qué motivos les impulsaron a hacerse semejante pregunta, a qué productos ofrecieron al intentar responderla, si han sido de utilidad (¿a quién?) en algún momento, y para qué. Algo que nos llevará a fijarnos en qué les preocupaba, quiénes les pagaban y para qué se usaban los conocimientos que esos personajes proporcionaban. También puede tener interés fijarse si esos productos siguieron siendo útiles después, y qué tipos de usuarios se aprovecharon de ellos. Tampoco estaría de más preguntarse si esos productos han servido de algo a los sujetos sobre los que se aplicaban, y no sólo a quiénes servían (pagaban a) los psicólogos. El mero hecho de plantearse estas preguntas le deja a uno con una sensación incómoda. Si uno se encontrara en uno de esos extraños momentos en que se levanta de la cama sin saber muy bien si lo que vive es una continuación de los sueños que ha imaginado a lo largo de la noche, y le diera por pensar en la psicología, podría sentirse tentado a sospechar que si bien la Psicología no ha sido capaz de descubrir el objeto que estudia, tal vez sí haya sido capaz de imaginar (o aislar) algo cosas de lo que los humanos hacen, de manera que eso pueda ser apresado, constituido en objeto, y así prever algo, incluso manipularlo. Uno podría fabular también que eso es estupendo, que se podría conseguir que la gente mejorara, que estuviera más contenta, que dejara de sentirse, por ejemplo, agobiada por el estrés, angustiada, sin que haga falta preguntarse si hay cosas que merezcan que uno se sienta angustiado o culpable. Pues estas últimas son cuestiones que se consideran caen fuera de la Psicología, que no deben ser objeto de preocupación para los psicólogos. Lo que sin duda debe serlo es que cualquiera cosa que sea eso que está estudiando, sea medible, predecible, manipulable; que cumpla los requisitos del método científico – como si eso lo convirtiera en algo real. Así la psicología será una ciencia, aunque no se pueda acordar de manera inequívoca qué es lo que estudia. 5 acumular valor, ser válida para que le(s) vaya(n) las cosas mejor – a alguien(es). Como dijimos al principio, y los discursos oficiales corroboran, la I+D+I es una actividad generadora de alto valor añadido, produce riqueza –aunque no parece que precisamente para los becarios de investigación que actúan como glorificados peones de bata blanca, ni siquiera tampoco a sus directores de tesis. Esto es así en cualquier actividad científica, pero en el caso de la Psicología conviene ponderar si las ensoñaciones antes del desayuno pueden seguir descartándose como molestos rastros de la actividad onírica. Puede que Psicología sea una sola palabra, pero desde luego bajo el paraguas de su uso se cobijan versiones muy distintas de psique. Y cada una de ellas incluye distintas verdades, o mejor dicho, conocimientos para usos muy diferentes, válidos para fines muy variopintos, generadoras de valor, de bien, de beneficio, para gentes muy diferentes, que no siempre coinciden con aquellos que reciben la aplicación de las tecnologías. Por eso me parece que no está de más que en el periodo de formación del psicólogo, o incluso en la Psicología misma, haya un espacio que no valga para nada, que no genere valor añadido (por eso se la aprecia tan poco), que no produzca ningún bien, pero que permita reflexionar sobre lo que se ha hecho, para ver qué es lo que ahora se quiere hacer, y para qué. Eso es lo que ofrece la Historia de la Psicología – una disciplina que no pretende valer para nada. Al tener como objeto de estudio a la(s) psicología(s) puede actuar como atalaya para la crítica de las psicologías que se hacen. Pero, al hacerlo, puede ser también instrumental para generar un valor marginal, aunque nunca como mérito propio, pues al ser un espacio de confrontación y discusión ofrece una condición de posibilidad para considerar lo que pudiera ser psique, para que alguien se dedique a su estudio – algo que difícilmente se puede hacer sin considerar las historias de los procesos de su generaciones. Hay una última cosa. Estoy convencido que saber Historia de la Psicología, si se toma como fin en sí mismo, es tan (o tan poco) interesante como ser experto en numismática croata del siglo XII. Lo que sí es importante, es saber cómo mirar históricamente a la Psicología y a los productos que ésta ofrece. Pues mirar históricamente no es otra cosa que fijarse en de dónde y adónde van los caminos, por qué se van alterando sus trazados y para qué. Si la metodología puede considerarse a algo similar a la ingeniería civil (al fin y al cabo se preocupa de aplicar robustos procedimientos para la construcción de caminos hacia el conocimiento), la Historia de la ciencia es algo parecido a la geografía humana del paisaje sobre el cual el conocimiento se construye. Su función principal es dar instrumentos para orientarse en él, suministrar criterios para elegir qué camino transitar, si es que uno puede elegir. En definitiva, si sirve para algo es para ayudar a buscarle sentido al viaje mismo. Para leer más: ROSA, A; BLANCO, F. y HUERTAS, J.A. (1.991): ¿Para qué hacemos Historia de la Psicología?. Revista de Historia de la Psicología, 12(3 y 4), 405-412. ROSA, A.; HUERTAS, J.A.y BLANCO, F. (1998). Haciendo historia para el futuro de la psicología. Anuario de Psicología 29(1),73-87. ROSA, A. (2008). El inútil combate entre la Psicología y su Historia. Revista de Historia de la Psicología 29 (1), 31-66. 6 ROSA, A. (2009). ¿Quién es Psique? En J.C. Loredo Narciandi; T. Sánchez-Criado y D. López Gómez (Eds.). Dónde reside la acción? Agencia, Constructivismo y Psicología (pp.49-72). Murcia: Universidad de Murcia-UNED. ISBN 978-84-8371-854-4 y ISBN 978-84-362-5891-2
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