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Orientación Universidad
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Nacionalismo, Ejercicios de Ciencia Política

Asignatura: ciencia politica, Profesor: , Carrera: Educación Infantil, Universidad: USPCEU

Tipo: Ejercicios

2017/2018

Subido el 16/04/2018

lindisima
lindisima 🇪🇸

4.3

(3)

9 documentos

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¡Descarga Nacionalismo y más Ejercicios en PDF de Ciencia Política solo en Docsity! El nacionalismo. 1. Nacionalismo político y nacionalismo cultural. La distinción entre nacionalismo político y nacionalismo cultural es característica de los estudios sobre el fenómeno nacionalista. Aparentemente, traza una línea muy precisa entre dos formas casi opuestas de nacionalismo. Pero, naturalmente, la demarcación no es tan clara. La nación como producto del Estado Para Gellner, las raíces del nacionalismo moderno hay que buscarlas en la organización social industrial. Una sociedad orientada al crecimiento y la abundancia depende de la innovación, la movilidad ocupacional, los medios de de masas, la alfabetización universal, la educación en una sola lengua. El principio un Estado, una cultura se hace sentir, y las unidades políticas que no lo aceptan se ven obligadas a ello. Desde este punto de vista, es el nacionalismo el que genera naciones y no al revés; para ello, usa selectivamente la cultura preexistente. El nacionalismo es la imposición general de una alta cultura uniforme sobre culturas previas, el establecimiento de una sociedad anónima e impersonal. La nación como comunidad imaginada De acuerdo con la célebre formulación de Benedict Anderson, las naciones son “comunidades imaginadas”, porque vinculan, a través de mitos comunes, a personas que no van a conocerse ni encontrarse personalmente. La homogenización de creencias necesaria para ello se hace posible gracias a los instrumentos estatales y comunicativos de la modernidad liberal: sistema educativo y medios de comunicación de masas, políticas lingüísticas y culturales, discurso político. Se da así forma de ‘nación’ a unos rasgos compartidos culturalmente, seleccionándose así aquellos que mejor sirven a ese fin y eliminando los que lo dificultan. Historia de la nación política Sus orígenes son antiguos y complejos, remontándose al nacimiento mismo de un Estado moderno que surge con vocación de Estado- nación, por más que la nación sea una construcción ideológica inicialmente gratuita. Será el Estado liberal, desde su plasmación inicial norteamericana y francesa, quien descubra todas sus potencialidades de cara a la sustitución de los ídolos caídos –religión, tradición, costumbre. Este tipo de nación genera un nacionalismo liberal, a la medida del ciudadano y no del particularismo étnico. La nación como entidad perenne Para los autores perennialistas contemporáneos, hay unidades culturales que atraviesan la historia y se constituyen en legítimas naciones potenciales: no son ‘naturales’, sino producto de la historia; pero tampoco son una ‘construcción’ en el sentido de ser el producto de un diseño. Desde este punto de vista, esas unidades étnicas no serían fácilmente solubles en los esfuerzos homogenizadores del Estado moderno. Y por eso mismo, si la movilización correspondiente así lo reclama, se convierten en titulares legítimos del Estado. Teoría, historia, análisis Naturalmente, se trata de tipos ideales, no exentos de entrecruzamientos y contaminaciones. Y es importante diferenciar entre la doctrina nacionalista y las explicaciones sobre el nacionalismo. Nacionalismo político y cultural son tanto doctrinas como explicaciones – doctrinas que utilizan, ambas, elementos de la contraria para justificarse. Así, por ejemplo, el supuesto más depurado de nacionalismo político, que sería el francés, no deja de recurrir a fundamentaciones culturales; a su vez, el nacionalismo alemán sería el mejor ejemplo de nacionalismo cultural, sobre todo como origen de un modelo posteriormente repetido por doquier: la obra de Herder y Fichte constituye sus raíces. Etnias y naciones Sucede que la relación entre etnias y naciones no es directa. La etnicidad es también un concepto complejo. Y las naciones modernas no son étnicamente homogéneas. Las etnias dominantes constituyeron gran parte de la base cultural de las naciones en general, proveyendo a los nacionalistas posteriores de los elementos culturales necesarios para armar su discurso. Estos elementos etno-simbólicos son los siguientes: lenguaje, rituales, emblemas, música e indumentaria; pero más esencialmente: recuerdos comunes, mitos, valores y tradiciones, así como las prácticas sociales que se derivan de los mismos. Ahora bien, la mitología nacionalista no tiene por qué ser verdadera. “La historia proporciona experiencias comunes, símbolos, valores y héroes, pero éstos no tienen por qué ser fidedignos. La movilización cívica [nacional] puede lograrse con una tradición y una historia inventadas” (Hobsbawn y Ranger). Total y parcialmente, cabría añadir. Tres grandes enfoques sobre el nacionalismo Desembocamos así en la identificación de tres grandes explicaciones del nacionalismo: (i) una concepción esencialista de raigambre romántica que acentúa los aspectos ideales y emocionales de la comunidad (nación cultural); (ii) una aproximación ligada a la modernización, como la de Gellner, que puede derivar hacia el marxismo (nación política); y (iii) una aproximación psicológica que subraya el papel de la identidad nacional y el surgimiento de la conciencia nacional (en este último campo se encuentran Benedict Anderson con su conocida idea de la nación como ‘comunidad imaginada’). Identidad colectiva y nación. Las identidades colectivas plantean el mismo tipo de problemas que otras formas de agregación o empaquetamiento: la reducción del pluralismo. Por ello, cuanto mayor sea la vaguedad de los símbolos nacionales y signos culturales a los que se recurre para la homogeneización de esa pluralidad, más eficaces serán:   “Los símbolos son eficaces porque son imprecisos. (…) A mi juicio, la nación, al usar un conjunto particular de símbolos, encubre su diversidad interna, transforma la realidad de la diferencia en apariencia de similitud, y permite revestir a la ‘comunidad’ de una cierta integridad ideológica; esto explica la capacidad del nacionalismo para unir personas de niveles culturales y orígenes sociales dispares. Los símbolos encubren la diferencia y acentúan la comunalidad, creando un sentido de grupo” (M. Guibernau). Algunas preguntas Ahora bien, ¿son los sentimientos nacionales, o regionales, una preferencia construida en el curso de un proceso político, o ese proceso no hace más que activar sentimientos preexistentes o latentes? ¿Qué determina, si no, la existencia de fuertes sentimientos de pertenencia regional que no evolucionan hacia reivindicaciones separatistas, como es el caso de Baviera? ¿Pueden construirse sentimientos nacionales en cualquier territorio, si se dispone de los medios adecuados para hacerlo? ¿Tradiciones auténticas o inventadas? Sin duda, una ventaja de combinar las perspectivas modernista y etno- simbolista, al tiempo que se enfatiza la dimensión psicológica del nacionalismo, es relegar a un segundo plano la cuestión relativa a la autenticidad o falsedad de las creencias que fundamentan la identidad nacional o subnacional. Si bien la historia proporciona experiencias, símbolos y valores comunes, no tiene por qué ser fidedigna: la movilización nacionalista puede tener como base tradiciones e historias inventadas (Hobsbawn y Ranger).   Por eso, la perspectiva psicológica e identitaria debe combinarse con la atención hacia las tesis modernistas, porque enfatizan el conjunto de instrumentos de los que se sirven la autoridad política y las élites nacionales o subnacionales para producir la conciencia nacional o su equivalente regional. 2. La regulación política de los nacionalismos. Dimensión fundamental para la comprensión de los nacionalismos contemporáneos es la constituida por las estructuras institucionales y las políticas con que, desde los Estados, se abordan las demandas de autogobierno. Tales estructuras constituyen una parte central de su contexto de oportunidad: lo que pueden o no pueden hacer. La naturaleza interna de la respuesta institucional Sucede que esta dimensión político-institucional no es un elemento externo al nacionalismo, a través del cual éste se exterioriza, sino que más bien integra una de las dimensiones más importantes de su movilización por condicionar tanto su éxito o fracaso político, como su orientación ideológica. Veamos ahora las más importantes políticas de regulación del conflicto étnico, agrupándolas en dos grandes líneas. Variantes de asimilación (A) Las políticas de integración. Que se dirigen a la creación de una identidad común cívica y no étnica, de forma que pueden mostrarse ocasionalmente más flexibles y otorgar algún grado de reconocimiento a las minorías nacionales. Normalmente, favorecen medidas tendentes a reducir las diferencias políticas y económicas entre las comunidades, mediante mecanismos de solidaridad y redistribución, socialización en una lengua común y mismos hábitos cívicos, en el marco de una concepción individual y no colectiva de los derechos. Variantes de asimilación (B) Las políticas de asimilación. Que tienen como objetivo explícito la eliminación progresiva o la desactivación política de las diferencias nacionales interiores, con el objeto de crear una identidad étnico-cultural común. No se pretende la creación de un patriotismo cívico o constitucional, sino la imposición de una identidad colectiva étnico-cultural general con carácter exclusivo, lo que implica la paralela supresión de las diferencias subnacionales. Variantes de asimilación Esta política se asienta sobre premisas tan dudosas como la creencia en que existe una sola cristalización posible de la nación dominante o, sobre todo, la de que una identidad cultural es por definición excluyente de las demás En realidad, la identidad política es compleja y cabe la coexistencia de identidades compartidas. Modalidades de limpieza étnica (1) Limpieza en virtud de características físicas, que incluye razón de raza; (2) Limpieza basada en rasgos culturales, entre los que se encuentran los religiosos; y (3) Limpieza étnica estratégica, bien contra población de territorios recién conquistados, bien en zonas conflictivas del propio territorio. 3.1.3. Genocidio. Aunque el genocidio podría situarse en el extremo de un continuo formado por las distintas variantes de limpieza étnica, su sustantividad propia permite distinguirla –como estrategia independiente y extrema de eliminación de minorías nacionales, étnicas, culturales o religiosas. Se hace aquí referencia exclusiva al genocidio de Estado, es decir, el ejecutado estratégicamente desde la Administración civil o militar, con objeto de apropiación de recursos, sometimiento y aterrorización de la población y demás razones similares El marco cultural del genocidio Su consecución suele emplear una serie de recurrentes marcos interpretativos, entre los que se hallan la idea de superioridad racial, la creación de arquetipos de otredad, la manipulación histórica y la generación de resentimiento – marcos que resultan más letales y decisivos que las tecnologías mismas de la masacre. Federalismo y descentralización política A diferencia de la mera descentralización administrativa, la descentralización política implica la posibilidad de que existan instancias de decisión propias en las unidades descentralizadas. Lo que requiere la disposición de un poder legislativo propio, pero también judicial y ejecutivo, dotados de competencias sustantivas. Pues bien, la forma de descentralización política por excelencia es el federalismo –etiqueta bajo la cual se incluyen modelos dispares de descentralización política y múltiples mecanismos y técnicas institucionales de distribución de competencias, toma de decisiones, control y garantías. Federalismo simétrico y asimétrico No obstante, la distinción central es la que separa: (a) los federalismos de Estados-nación como Alemania y Estados Unidos (federalismo simétrico); y (b) los federalismos de Estados plurinacionales como Canadá, Suiza, Bélgica y España (federalismos asimétricos). La peculiaridad del federalismo asimétrico En estos últimos tipos, las unidades federales coinciden con la localización territorial de los diversos grupos nacionales o regionales –cuyos rasgos heterogéneos impedirían elaborar un modelo canónico de federalismo pluriétnico. 1. En ningún caso, sin embargo, el modelo de federalismo asimétrico implicaría menoscabo de la solidaridad interterritorial entre los Estados miembros. 2. Asimismo, tomaría prestada del Estado democrático unitario las ventajas de un estatuto general de ciudadanos basado en derechos y garantías individuales; al menos, en principio. La democracia consociativa (c) la proporcionalidad en el reclutamiento de élites y funcionarios y en la distribución de fondos públicos y subvenciones y los procesos de toma de decisión; (d) y un alto grado de autonomía para cada grupo en las decisiones que afecten a sus asuntos internos. Su eficacia es discutible, como demuestran los ejemplos de inestabilidad habidos en Líbano, Irlanda del Norte, Malasia, Chipre y Fiji. 3.2.3. Secesión. Se trata de una acción colectiva mediante la cual un grupo intenta independizarse del Estado en el que se encuentra integrado. Si se la concibe como una política es porque constituye una última solución para el problema de la plurinacionalidad Que sea una política de acomodación antes que de eliminación puede justificarse mediante dos argumentos: (a) porque la secesión puede ser planteada democráticamente; y (b) porque su empleo político, como demanda de autogobierno, medio antes que fin, la ubica junto a las estrategias de descentralización política. Nación cultural y demanda secesionista ¿Cuál es el principio normativo nacionalista? De acuerdo con este principio, cualquier “pueblo” tiene derecho a su propio Estado, de forma que las fronteras políticas, culturales o étnicas deben coincidir entre sí. El derecho a la autodeterminación ha de ser así entendido en sentido fuerte, como deudor de completa independencia política, o sea, plena soberanía. Los problemas de la secesión (1) La determinación de quién tiene el derecho a separarse –es decir, cuál es la unidad territorial afectada y qué mayoría es exigible al efecto. Problema de notable complejidad, ya que puede no existir cohesión interna a esa nacionalidad y, por tanto, oposición a la demanda de secesión. Sólo en casos excepcionales, sin oposición interna y homogeneidad étnica, es la secesión pacífica: Noruega de Suecia, Islandia de Dinamarca, Eslovaquia de Chequia. Los problemas de la secesión (2) El proceso de construcción de una voluntad mayoritaria de secesión propicia la hegemonía de fuerzas nacionalistas radicalizadas que generalizan una cultura intolerante y antipluralista mediante discursos de homogenización. Esto, a su vez, sienta las bases para un nacionalismo de Estado nacionalizador.
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