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Controlar la superpoblación: impacto de la población humana en el planeta, Ejercicios de Ciencias Ambientales

Este documento aborda el creciente problema de la superpoblación humana y sus consecuencias en el uso y el agotamiento de recursos naturales, como agua, comida y energía. El texto explora diferentes enfoques para controlar la población, como educación, leyes y tecnología, y analiza casos de control poblacional en diferentes países. Además, se discuten las implicaciones de la escasez de recursos y la necesidad de cambiar nuestras costumbres y tecnologías para vivir de manera sostenible.

Tipo: Ejercicios

2017/2018

Subido el 19/05/2018

andreamye
andreamye 🇪🇸

3.5

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¡Descarga Controlar la superpoblación: impacto de la población humana en el planeta y más Ejercicios en PDF de Ciencias Ambientales solo en Docsity! CUANTA GENTE CABE EN EL PLANETA El ser humano, desde 1800 ha aumentado su población de mil millones a 7 mil millones de personas. Este aumento se debe a una mejora en higiene, tecnologías y conocimientos, que ha permitido disminuir las tasas de mortalidad controlando las enfermedades infecciosas. Hemos pasado a ser la especie que lo domina todo. Gracias a la capacidad que poseemos y nos distingue del resto de especies, la razón, podemos extraer de la Tierra recursos que colmen nuestras necesidades básicas (agua, comida y energía) para nuestra supervivencia. El problema reside, además en que un aumento de la población requiere una mayor demanda de esos recursos, en cómo los extraemos y el uso que les damos. Pero, ¿cómo controlar la población?, ¿cómo controlar su reproducción, su consumo, sus culturas? Desde hace muchos años, y principalmente ahora, el aumento demográfico se ha convertido en un problema para la supervivencia de la especie humana y de nuestro planeta. Se han establecido parámetros para determinar que nuestro planeta está superpoblado; por ejemplo, la capacidad de carga. Dicha capacidad calcula la población que puede soportar un entorno determinado: producción total de tierra, por lo que se llega a la conclusión de que la nº total de personas población actual requiere más de Tierra y media. En algunas ocasiones, gobiernos de varios países han establecido leyes con el objetivo de controlar las tasas de natalidad. Por ejemplo: en la India a partir de los 70 la población aumenta y, en 1977, se establece un ‘Programa de Emergencia’ con el cual el castigo a cualquier delito se pagaba con la esterilización. Llegaron a esterilizarse 8 mil personas. Este sería un mal ejemplo de controlar la población, supone una aberración contra la vida humana. Tampoco habría que olvidarse de las vasectomías que se realizaban a cambio de dinero, lo cual falló de inmediato, pues solo atrajo a padres de familia que ya tenían 5 y 6 hijos. Sin embargo, en China se impuso en 1979 la ley de que solo se podía tener un hijo, que sigue en vigor (estableciéndose una multa por no cumplirla) y que de no existir, habrían 400 mil personas más. Pero, ¿es esa suficiente razón para acabar con la libertad y los derechos humanos? En mi opinión no. Sin embargo no se aleja mucho de lo que nosotros hacemos con los animales, la tierra y los vegetales. Nos hemos creído tan poderosos que hemos olvidado aprender a controlarnos. Un ejemplo contrario al resto de los que hemos visto es el de la aparición de la ’’Revolución Verde’’, cuyo precursor fue Borlaug en 1960. Esta ‘’Revolución Verde’’ buscaba soluciones a través de la ciencia para aumentar la productividad. Se empezaron a utilizar procesos mecanizados y pesticidas para el cultivo. De hecho funcionó y buena parte del mundo está alimentada gracias a Borlaug. A pesar de ello, el problema sigue presente. Hay demasiada población y se dice que la agricultura ya ha llegado a su límite, porque ya no queda Tierra para expandirse. Además, el uso de pesticidas, plaguicidas y otros aerosoles no han hecho más que contaminar suelos, ríos y personas. Por no mencionar la cantidad de agua que se emplea en el cultivo. Usamos el 30-40% de superficie de la Tierra para la producción de comida mundial y la mayor parte de agua se destina a ello. De hecho, uno de los primeros problemas observables es la escasez de agua. En México, la ciudad más rica, a pesar de ser habituales las fuertes precipitaciones, la red de abastecimiento sufre la presión de alimentar a tantas personas. Una consecuencia de ello es ver que cada vez las tiendas de agua son más habituales. Pero el agua no es el único problema. Los países desarrollados ven escasos los espacios vírgenes para poder explotarlos, por lo que para mantener sus suministros de comida compran terrenos a los países más pobres. Esta es una forma de garantizarse, los países ricos, su seguridad alimenticia, comprando terrenos extranjeros, explotándolos de forma intensiva y llevándose a su país los productos recolectados, por supuesto, por personas nativas del terreno comprado. En otros países, como Rwanda, la pobreza es una herramienta de movilización, lo que significa que bajo la presión de la escasez de tierra (se ganan la vida cultivando) y la presión ejercida por otras personas, los más jóvenes son manipulados para matar a sus vecinos y conseguir más tierras. Tampoco este es el último de los problemas, la demanda de energía en los últimos veinte años ha aumentado en un 40%, lo cual quiere decir que el fin de los combustibles fósiles cada vez está más cerca. Resulta incomprensible que con la evolución de las ciencias y la tecnología, no se hayan desarrollados métodos ecológicos de mantener en marcha nuestros hogares sin destrozar el planeta. Quizá la clave al enigma sea el dinero. Actualmente el petróleo moviliza la economía mundial, por lo que sustituir esa fuente de ingresos por otra que quizá no implique ingresos es obvio que no va a suceder. Quizá sea más eficiente sustituir un ordenador por un lápiz y un papel, y no el petróleo o el carbón por energía solar. Como vemos, el problema continúa. Siguen escaseando los combustibles, los recursos, la tierra y aun así se prevé que para mitad del siglo seremos unas 9 mil millones de personas en el planeta. Además países como Afganistán, Níger y África subsahariana verán duplicada y triplicada su población. Lo que no nos planteamos es qué sucedería si alguno de estos recursos nos falta, si nos falta el agua o la comida. La escasez crónica de agua generaría malas políticas y cambiaría las condiciones climáticas de los territorios, viviríamos en ambientes áridos y sería más visible la selección natural, sobrevivirían los más fuertes. Además, en dicho caso hipotético, habríamos perdido gran parte de nuestros recursos alimentarios, al menos aquellos procedentes de la agricultura; por no hablar de la ganadería, la cual no nos serviría de mucho para toda la población que somos y el nivel al cual la hemos explotado ya. Después de todo esto, seguimos sin saber cómo controlar el crecimiento de la población sin atentar contra las personas y el mundo natural. Pero, quizá encontremos la respuesta en una ciudad de la India donde los índices de alfabetización son los más altos del mundo. Una buena educación sobre las mujeres deja contemplar la formación de familias pequeñas; esto es porque las mujeres al permanecer más tiempo en la escuela se casan más tarde. Lo cual retrasa el número de años fértiles; además de poder disfrutar del sexo consciente, con el uso de preservativos y otras medidas anticonceptivas. A través de la educación no solo podemos conseguir que se paralice la tasa de crecimiento poblacional, podemos reducir los impactos sobre el medio ambiente que derivan de nuestras acciones, podemos conseguir repoblar especies en peligro de extinción, podemos crear nuevas mentes, abiertas a la creación de herramientas ecológicas en todos los ámbitos laborales. De hecho, según los estudios, para reducir el impacto que estamos sufriendo por la superpoblación, debemos cambiar la tecnología, disminuir el crecimiento de la población y reducir el consumo excesivo. Es decir, debemos esforzarnos en buscar alternativas igualmente válidas para continuar con nuestra rutina, lejos de contaminantes, tóxicos, excesos… Debemos renegar del concepto de comodidad tal como lo conocemos. Quizá la comodidad ahora resida en obtener de forma manual algo que de normal deberías comprar, y no en la ley del mínimo esfuerzo, que es la que hemos desarrollado hasta ahora. En lugar de utilizar el conocimiento para crear tecnologías que mejoren la atención sanitaria, las hemos utilizado para hacernos más cómodos. Hemos comprado un lavavajillas para no perder
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